Tejar

El Tejar ha sido cuna de la gran tradición alfarera que desde hace más de 2000 años se desarrolla en esta zona. Por su posición, esta aldea, sirvió de asentamiento permanente de la ruta entre Córdoba y Málaga para fenicios, romanos, visigodos, árabes y cristianos, y como posada o descansadero para afrontar la ardua tarea de vadear el río Genil. De hecho muchos restos de cerámica romana son todavía visibles en los aledaños de esta aldea. En el Tejar existían además de los hornos de ladrillos y tejas otros dedicados a la cocción de piezas de alfarero,. cántaros, dornillos y demás piezas de uso cotidiano. Todo el barro se extraía del mismo lugar y los hornos eran de planta circular con bóveda, de tipo moruno, y el torno de la rueda era alto y con pedal. No se conoce la existencia de cerámica vidriada, pero si la fabricación de una tipología de cántaros. Esta tradición se remonta siglos atrás, y que se transmitió de padres a hijos.

No suelen llevar decoración alguna, como la mayoría de las piezas de uso cotidiano, y algunos presentan unos puntitos alrededor de la boca encima de la panza. la morfología del cántaro de El Tejar, de perfil autóctono, acrecienta la variedad de esta pieza en el sur de la provincia de Córdoba y a la vez marca diferencias conceptuales de oficio en una zona que registraba una gran producción alfarera. Los rasgos que definen a nuestro cántaro, vienen dado por su pared con ligeras estriaciones, boca muy estrecha y un solo asa. la actividad alfarera de la zona cesó definitivamente en 1985 debido a la mecanización en la producción de tejas y ladrillos , y la llegada del agua a los hogares, pues los cántaros tenían como uso principal su acarreo y depósito. Además el plástico sustituyó al barro como material en la fabricación de su utensilios. Hoy aún existen un alfar original y muchas piezas allí fabricadas, que muy pronto podremos contemplar en el museo de Benamejí.